Cada 22 de septiembre se celebra la romería dedicada a Sant Maurici y todavía hay quien se acuerda de cuando una mano de madera, simbolizando la que perdió en su martirio, era besada por los fieles. Se explicaba una historia sobre esta mano que nuestros padres y abuelos veneraban.

En una ocasión, una terrible sequía se extendió sobre los bosques, prados y cultivos de los alrededores. Los pozos se secaron, los lagos se convirtieron en barro y los campesinos veían como se moría el ganado. El trigo, la cebada, los árboles y los matojos se marchitaban. Las cigarras y los insectos se escondían tristes al ver cómo la desgracia se llevaba tantos bienes.

Una mujer oscura y tenebrosa había oído hablar de los milagros de los santos y quiso convencer a los campesinos que todas las desgracias que asolaban el pueblo habían estado provocadas por un mártir de mucho renombre: Sant Maurici.

Reunidos en el cerro de las Ànimes, una multitud de gente asistió curiosa a la ceremonia que aquella mujer maléfica había organizado para expulsar la sequía: en una gran olla hirviendo tiró una mano de cera, haciendo creer a todos que se trataba de la del santo, para demostrar que venían de aquí los sufrimientos. La fuerza de ebullición hizo volcar la olla y las llamas se apoderaron de los matojos y las hierbas secas y arrasaron bosques, campos y masías con su crepitar feroz. Entonces, de forma inesperada, el cielo se cubrió de nubes negras y la lluvia empezó a regar la tierra con violencia: los torrentes y los pozos se llenaron hasta rebosar y los cultivos quedaron cubiertos de agua; la gente corría a refugiarse a las casas por miedo a ser arrastrada por las aguas desatadas cerrando puertas y portales.

Justo allí donde el fuego se apagó se vio una mano de madera en señal de bendición del lugar. La gente creyó que era la mano de Sant Maurici y por este motivo el pueblo se convirtió al cristianismo.

ROMERÍA DE SANT MAURICI 22 DE SEPTIEMBRE
Sardanas, tenderetes de artesanía, comida de arroz popular y tradicional baile del heredero Riera. Una de las romerías más antiguas de Cataluña, y festividad en la que los caldenses en grupos se dirigen a la ermita para pasar el día en compañía de amigos y familiares.