Acabada la Segunda Guerra Mundial y por órdenes dadas desde los estados aliados, una parte de los alemanes que vivían en el estado español fueron confinados temporalmente a Caldes de Malavella a la espera de una posible orden de repatriación por su posible colaboración con el régimen de Hitler.
Esta casa, muy cerca de la iglesia parroquial destinada al alquiler para veraneantes que venían a tomar las aguas, acogió a ciudadanos alemanes que habían estado confinados temporalmente por su colaboración con el régimen nazi durante el periodo de la guerra haciendo estancia en territorio español. Cerca de un centenar de ciudadanos alemanes estuvieron alojados, entre 1945 y 1947, en distintos establecimientos de Caldes pendientes de órdenes de repatriación provenientes de las fuerzas aliadas y buena parte de ellos pudieron regresar a sus ciudades de origen en España bajo la protección del régimen franquista.
Esta casa fue una de las casas acomodadas que dio cobijo a nazis después de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los que se alojó en esta casa era Herman Rudolf Tretter, un oficial de la Gestapo destinado a Valencia. Tretter explicó, durante su interrogatorio, que el teniente coronel del estado mayor Manuel Chamorro Cuervas-Mons, un tal “Amable” y Antonio López Moreno eran los agentes de la Segunda Bis (Servicios de Información del Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército Español del Aire) responsables de ocultar a los alemanes reclamados por los aliados. Cerca de la casa se sitúa el local social Casino-Unión, que se convirtió en estos momentos en un auténtico punto de sociabilización entre la población local y los foráneos.