En el año 1944 Caldes acogió a más de 1.000 marineros italianos y la administración franquista los distribuyó entre los tres balnearios, pero también se tuvieron que utilizar las Fondas Fabrellas y Ribot.
La Fonda Fabrellas hospedó a cerca de 50 marineros de la marina de guerra italiana. Tres de ellos se escaparon, y llegaron a Barcelona con unas bicicletas robadas, una de las cuales era precisamente de la tía del escritor Joaquim Carbó. Una vez en la capital, se dirigieron al cónsul italiano, porque se querían incorporar al frente para combatir a favor de la Italia aliada. Pero el cónsul los persuadió de volver a la Fonda Fabrellas, ya que el internamiento estaba a punto de finalizar, y la guerra rápidamente llegaba a su final.