Caldes en Tiempo de Guerras

Biblioteca – Panorámica

«Si durante la Guerra Civil las instalaciones de Vichy Catalan sirvieron de hospital para los soldados republicanos enfermos y heridos, más adelante, en plena guerra mundial, igual que los balnearios Prats y Soler —este último derruido hace ya unos años—, acogieron refugiados de procedencias diversas. Primero fueron franceses, ingleses y canadienses —alguno de ellos, judío, por más que lo disimulara—, supervivientes de un barco hundido cerca de la Costa Brava. […] Y esto me obligó a confesar que no tenía ni idea de un hecho que también pasó en mi pueblo […] la estancia, entre los años cuarenta y cuatro y cuarenta y siete, de un numeroso contingente de personalidades nazis, protegidas por el gobierno de Franco y que, medio a escondidas, y a veces con los británicos haciendo la vista gorda, vivían allí con la familia preparando el tránsito hacia Argentina.»

Joaquim Carbó, Tres balnearis en temps de guerra (2011)

[Joaquim Carbó nació en Caldes de Malavella en 1932. Es uno de los escritores catalanes más célebres y reconocidos, con más de 100 títulos y numerosos premios. Fue cofundador de la revista Cavall Fort y ha sido un escritor imprescindible para la recuperación de nuestra lengua literaria. Pasó buena parte de su infancia en Caldes, donde vivió durante la Guerra Civil y la posguerra, y fue testigo directo de muchos de los hechos de aquella época.]



«En un momento determinado del siglo XIX, en Cataluña la gente descubrió la virtud curativa de las aguas del país y se empezó la construcción de balnearios. Los balnearios catalanes en general acostumbran a estar al mismo nivel y, si puede ser, todavía un poco más bajos que el nivel de las carreteras […]. La forma oriental obedecía al hecho que entonces en Cataluña no se bañaba nadie, y el capitalismo de aquella época tenía una idea peculiar sobre las abluciones un poco complicadas; se creía que los baños eran un invento pecaminoso y grosero introducido por los moros. El tipo más clásico de balneario oriental es Vichy Catalan de Caldes de Malavella…»

Josep Maria de Sagarra, “Balnearis”(1932)

«En la Selva se puede hacer también otra cosa, que no es muy corriente. Quiero decir que se pueden ir a tomar las aguas a Caldes, que son excelentes. ¡Poder ir a tomar las aguas! ¡Qué otro sueño más plácido y benevolente! Las aguas de Caldes tienen virtudes considerables y contienen una pila de sustancias que, a simple vista, nadie lo diría realmente. Después de la importancia que este libro da a las cosas culinarias, un poco de agua de Caldes no le irá, quizá, mal. En todo caso, lo hará más completo.»

Josep Pla, Viatge a la Catalunya Vella (1976)

«Antes de casarse con mi padre, mi madre ya iba a Caldes a tomar las aguas, porque estaba mal del hígado. Más adelante fuimos toda la familia. Nos instalamos en el Balneario Prats. “A can Prats, pels disbarats”, decía la gente. […] Conservo de Caldes un recuerdo muy preciso de cuando yo debía tener nueve años y se organizó una fiesta en el edificio Vichy. Era una especie de baile de disfraces en el que se producían unas situaciones muy atrevidas, teniendo en cuenta la época. Recuerdo a las señoras presentes en la fiesta subidas a una silla con una caña y una pera colgando, esperando al hombre que se la cogiera con la boca.»

Josep Palau i Fabre (2002)